Los niños españoles que salvarían América de un virus mortal


En los tiempos que corren, miremos donde miremos todo es pandemia, enfermedad, Coronavirus… Ansiamos la vacuna, con la que poder volver a llevar una vida relativamente normal. A pesar de que todo esto es nuevo para nosotros, se ha dado otras veces en la historia y un ejemplo de ello es lo que os vengo a contar hoy. Algo sobre un viaje loco emprendido por una enfermera y un puñado de niños españoles que salvarían América de un virus mortal: la VIRUELA.
La primera vacuna


La primera vacuna de la que se tiene constancia es la de la Viruela y se la debemos a un médico rural inglés, Edward Jenner. Este se percató de que los ganaderos que se encargaban del cuidado de las vacas no padecían esta enfermedad. Esto se debía a que estas personas se encontraban inmunizadas gracias a un virus presente en los animales que es enormemente parecido al de los humanos y cuyos efectos eran mucho menores a su homologa.
Mediante 2 cortes en el brazo se inoculaba a personas sanas la enfermedad animal haciendo que desarrollasen defensas contra ella y contra la humana.


Dificultades…
A pesar de haber demostrado con creces la eficacia de este método, presentaba gran número de detractores. Estos incluían a parte de la comunidad médica e incluso se prohibió en algunos lugares: El Papa León XIII no permitía la vacunación en los Estados Pontificios.
Llegó a decirse que las personas vacunadas desarrollaban una especie de cuernos en la frente… Cosas de la época, ya sabéis.
Una pandemia imparable
El desarrollo de esta vacuna ayudó a frenar a esta enfermedad mortal: llegaron a morir unos 60 millones de personas únicamente en Europa y asoló gran parte de América cuando la llevaron a través del océano los conquistadores.
Pocos eran los que sobrevivían y los que lo hacían quedaban con la piel marcada de por vida por horribles cicatrices que le cubrían incluso el rostro.
El imprescindible papel de un médico español


Entre los defensores del método de Jenner, se encontraba el médico personal del rey: Francisco Javier Balmis Berenguer. Gracias a este, a la llegada de la vacuna sobre el 1800 a España, se vacunaron a numerosos niños.
Quería ir más allá y extender esta protección contra el mortal virus por todo el territorio español. Es así como, con la aprobación correspondiente del monarca, se inicia la Expedición Balmis: la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna.
Junto al médico militar José Salvany y Lleopart, la enfermera y tutora Isabel Zendal Gómez, un grupo de 22 niños huérfanos de La Coruña y demás personal, emprendió un viaje que duraría varios años para difundir la vacuna por todo el territorio de Ultramar.
Un viaje para recordar
El 30 de noviembre de 1803 zarpó desde La Coruña la corbeta María Pita y su curiosa tripulación.


Los niños-vacuna
Se pretendía llegar al Nuevo Mundo con muestras frescas del virus. Para ello, este se iba inoculando a los niños en grupos de 2 (por si ocurría una fatalidad en alguno de ellos) cada 2 semanas.
Las muestras para vacunar se obtenían de las heridas aparecidas en aquellos niños que habían sido vacunados la semana anterior y así sucesivamente.
Hacia las Américas


Como podemos observar en el mapa adjunto, la extensión de la expedición fue monumental y a esto se debió su duración de años.
Tras llegar a Puerto Rico, la expedición se dividió en 2 grupos: una encabezada por el propio Balmis y la otra por su colega Salvany.
La liderada por Salvary se dirigiría por toda Sudamérica y se inició de la peor de las maneras posibles: un naufragio del que casi nadie sobrevivió. Por si fuera poco, esto le siguieron diversas penalidades incluyendo la enfermedad del médico, que le llevó a quedar ciego de un ojo y morir posteriormente en 1810 en Cochabamba.
La expedición Balmis
La parte de Balmis parece que tubo mejor suerte que la de su compañero: esta se encargó de América central, del norte y también de la zona del Caribe. Muchas veces encontró problemas pues las autoridades del lugar no se mostraban colaborativas al igual que los padres de niños de la zona:
No estaban dispuestos a enfermar a sus hijos con un virus mortal simplemente porque se les decía que SEGURAMENTE no les pasaría nada…
Comprensible, ¿verdad?.
Por la falta de niños para poder continuar con su viaje, compró esclavos: 3 mujeres a las que posteriormente se incorporó un niño.
Cuando consiguió su objetivo, su expedición siguió rumbo a Asia, a las Filipinas, donde pretendía llevar a cabo la misma misión que en América. Llegó en 1805 y se encontró con las mismas negativas que anteriormente. A pesar de ello y a su incesante insistencia, logró vacunar a 9000 personas. También se encargó de enseñar el proceso de vacunación a aquellos que le acompañaban para que esta pudiese llegar a mayor número de islas.
Llegó hasta China, tras la cual decidió volver a casa. Habiéndose quedado sin fondos, pidió un préstamo para poder volver a Portugal y desde allí a Madrid, donde fue recibido en la corte con todo tipo de honores.
A pesar de ser el el que se llevó los honores a su vuelta, se encargó reiteradamente de recordar el fundamental papel de aquellos niños sin los que aquel épico viaje no habría sido posible. De igual manera, recordaba con ternura a aquella enfermera que les acompañó y que se encargó de tratar a los niños en todo momento como si de una madre se tratase.
Realidad que supera a la ficción
Tan impresionante y esencial fue este viaje, que muchos han sido los que se han encargado de contar su historia, ya sea en libros o en la gran pantalla. Incluso hay monumentos que la ensalzan.


En el puerto de A Coruña podemos encontrarnos una escultura en homenaje a los niños de la expedición:


A pesar de que el uso de niños podría ser éticamente un tanto cuestionable, este viaje salvó de esta mortífera enfermedad a medio mundo. Todo gracias a la iniciativa de un médico español, que no cesó en su empeño hasta que vio su idea realizada.
¿Conocías esta historia? No dudes en darnos tu opinión en los comentarios.
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